lunes, 2 de febrero de 2009

¿ Qué es la Locura ?


No creo en la locura como patología. Creo que hay diferentes modos de percibir la realidad. Eso es todo. Las percepciones suelen ser subjetivas y de ellas nacen las visiones de mundo y la realidad que cada quien se construye, pienso que toda creación de mundo, sea de la naturaleza que sea, es una realidad puesto que es vivenciada por otro/s y, desde el momento en que ésta modifica la vida de un individuo y su entorno, existe, no puede ser negada. Si lo hiciésemos, estaríamos negando también las manifestaciones artísticas, literarias, filosóficas, místicas, etc. y en definitiva, reduciríamos al ser humano en cuestión, de su multidimensionalidad, a una fracción mínima de cualquiera de sus aspectos. De acuerdo a esto, pienso que toda construcción de mundo es válida, no debe ser etiquetada y tiene, por derecho, un lugar activo dentro de la sociedad, ya que es una propuesta que surge de la libertad y la creatividad de los sentidos y las emociones de cada quien, para interpretar, manifestar y vivenciar la existencia, obedeciendo a su naturaleza profunda, a su historia personal y a la re-edición que sus mecanismos hacen de lo consensuado.


Sin duda, los especialistas en Psiquiatría dirán que no es así, que existen determinadas características que presentan algunas personas, que acusan una falla en los neurotransmisores, ya sea por exceso o falta de ciertas substancias que las neuronas no producen o producen en demasía y que por ello, la realidad es percibida, en esos casos, de forma distorsionada y que los fármacos ayudan a compensar este desnivel químico, de tal modo que, los pacientes, puedan tener una percepción más fiel, cercana o exacta de lo que es la realidad.


Frente a esto, cabe preguntarse, en primera instancia ¿Qué es la realidad ? ¿ Lo sabe alguien a ciencia cierta? y, posteriormente, ¿Quién puede asegurarnos que el desnivel químico en el cerebro produce una percepción distorsionada de algo que ni siquiera podemos definir satisfactoriamente? ¿No será, acaso, que este desnivel, hace que se perciban aspectos de la realidad o dimensiones de realidad que, de ordinario, no se ven? ¿Porqué los que percibimos menos somos los sanos y quienes perciben más, los enfermos? Considerando la historia de nuestra civilización, que la normalidad esté marcada por la cantidad ¿Es un acierto? y, en último caso, siendo la Psiquiatría una ciencia que no sana lo que tiene que sanar, que sólo otorga paliativos para una situación que define como enfermedad incurable ¿Puede hablar con propiedad de algo que a todas las teorías acumuladas en su concepto y a la fallida praxis que realiza, le queda grande?




No. No puede. Las enfermedades son diagnosticadas, tratadas y curadas por los doctores, con todas las atenuantes particulares, claro, pero algo que no tiene origen claro y definido, ni tratamiento efectivo, ni cura, algo que existe en el terreno de las posibilidades y de las especulaciones, en términos científicos e ideológicos y, lo que es grave, de la experimentación en términos prácticos, no es una enfermedad. Es una forma de ser originada en la configuración celular del individuo, si se quiere, aunque este es sólo un aspecto de la vida, puesto que todo lo que vive tiene energía, espíritu y otros cuerpos además del cuerpo físico, por lo que hay muchos factores a considerar en relación a la configuración de las particulares estructuras que dan origen a maneras diversas de percibir la vida.



Esto no significa que desconozcamos las apreciaciones y juicios equivocados en los que muchas veces, los llamados, pacientes psiquiátricos se encasillan y obsesionan, al punto de, por ejemplo, ver enemigos donde no los hay y actuar de acuerdo a patrones extremadamente subjetivos y obcecados en relación a percepciones definitivamente erradas; lo que me parece, es que todos nos equivocamos, el atenuante que marca la diferencia es que si la percepción de algunos individuos es exacerbada, sus equivocaciones también lo serán, pero no por esto hemos de restarle valor a sus aciertos y a la grandeza que, como en todo ser humano, existe en distintos aspectos, en cada uno de ellos.


Tampoco se desconoce el hecho de que sin el paliativo farmacológico, es muy difícil relacionarse con ellos, la convivencia puede ser imposible y, sin duda, peligrosa, no obstante, los fármacos son sólo atenuantes de síntomas provocados por la química diferente que, a nivel cerebral, presentan estas personas, no sirven para armonizar al ser humano en forma integral, atiende a un solo aspecto y no lo sana, sólo lo anestesia. Pero el ser humano no es únicamente cuerpo físico, los pensamientos se generan en la mente a partir de sentimientos, emociones y sensaciones, entre otras cosas y éstas no se producen en el cerebro. Si se halla disociada el área emocional del pensamiento lógico, tal vez se debería comenzar por sanar el alma.


Lo atingente, a estas alturas, quiero decir, después de siglos de miradas de poco alcance, es entender al ser humano desde una visión holística y, desde allí, ayudar a sanar el dolor que ocasiona, la mayoría de las veces, tener percepciones que la mayoría no tiene. Ahora bien, el como se vivencie la situación, obedece a heteróclitos factores y registros de cada individuo; así habrá algunos que vivenciarán su forma de percibir con dolor, otros con ira, otros con complacencia, algunos con genialidad..., pero siempre habrá un resquicio amargo debido al estigma que recae sobre esta forma de ser, la exclusión que sufren quienes la viven, la incomprensión, la poca amplitud para observar el asunto, la soberbia de quienes creen saberlo todo, la ignorancia y la cobardía frente a la otredad que suele tener la masa, aquellos que marcan la norma... Y marcan el paso, las horas, la tarjeta..., en suma, el compás monocorde de la pequeñez.


Si a esto le sumamos la poca efectividad de los tratamientos tradicionales, en cuanto a generar una real mejoría mantenida en el tiempo, nos hallamos ante un círculo reincidente y absurdo. Decir que estas patologías son así, que los pacientes reinciden, que la enfermedad tiene la culpa, me parece de un facilismo que oculta una gran soberbia. Si hacemos un parangón, a modo de ejemplo entre el tema que nos ocupa y la Educación, sabemos que si un curso completo de alumnos no avanza satisfactoriamente, será el educador quien habrá de revisar sus metodologías y optimizar sus estrategias pedagógicas antes de reprobarlos a todos o a la gran mayoría y esto se hace, primero con vocación y luego con humildad, porque toda vocación es una canalización del amor y en el amor no cabe la soberbia; lo que es aplicable a cualquier disciplina, puesto que nos dedicaremos a ella para ayudar a crecer y a sanar al sector social que de ella requiera incluidos nosotros mismos, por lo tanto, si los conocimientos que se manejan y las estrategias probadas no otorgan los beneficios requeridos, buscaremos en otros saberes, lo que falta para enriquecer los nuestros, puesto que ni lo lineal ni lo transversal tienen la última palabra, la articulación de la palabra dinámica que pregunta, responde y transforma, se construye en conjunto.


En la vida somos todos aprendices. Conocemos muy poco del misterio de la existencia y sabemos menos de lo que nuestro intelecto hipnotizado por la indagación constante, cree saber. Intuyo que sabe más ese estrato subterráneo que mora en cada uno, aquello que llamamos espíritu o ser interior, no obstante e igualmente en calidad de aprendiz, puesto que se haya sujeto al devenir de lo que se vivencia, esto es, se mueve, cambia, se transforma, progresa, como todo en nosotros, con la diferencia de que, al parecer, no muere. Siendo así, es entonces el depositario de los conocimientos adquiridos y el aprendiz por excelencia, ya que continúa su existencia cuando el resto de lo que somos muere y acumula experiencias para su evolución.


Atendiendo entonces a esto, detrás de cada cuerpo físico y de cada personalidad, hay un espíritu haciendo un trabajo importante y, si ampliamos la mira, nos damos cuenta de que somos un colectivo de pasajeros en viaje, partiendo y retornando cíclicamente, a través del cual, un colectivo mayor está realizando una obra de mayor magnitud y de una trascendencia más amplia y en esta imbricación de factores en movimiento, cada experiencia vale y cada ser es necesario y aportativo en términos de desarrollo y evolución de la conciencia.



Permitámonos aprender de todo ser que se cruce en nuestro camino, no esquivemos la otredad, no hay otredades, somos todos parte de un mismo proceso; lo que hay es diversidad, colorido, matices, hibridez, todos elementos enriquecedores, de una u otra manera. Cada persona es un mundo y una versión única de existencia y también es un espejo, puesto que somos diversas manifestaciones de lo mismo en inmensidad de modos posibles, formas probables, combinaciones sorprendentes, en definitiva, multiplicidad de recursos que utiliza el espíritu para realizar su trabajo creativo, entregándose osada y fehacientemente, a la danza de la evolución a través de la experiencia humana.

2 comentarios:

dar_oss dijo...

Muy interesante, me recuerda a conversaciones establecidas con café, frio y mucho teatro. Un abrazo.

vERonICA dijo...

Muchas gracias. También yo recuerdo nuestras conversaciones, muy interesantes, por cierto.
Un abrazo también, para tí.