domingo, 25 de enero de 2009

Recuperando la sabiduría del instinto


Ilustración de Josephine Wall
www.josephinewall.co.uk/josephine.html

Si observamos la Naturaleza, no sólo con los ojos, sino también conscientes de que somos parte de ella, empezamos a vivenciar nuestra relación con el entorno de un modo más profundo e integral; nos damos cuenta entonces, de que La Gran Madre Sabia, es como un libro abierto que contiene todo lo que necesitamos saber para vivir una experiencia plena en cada viaje y en cada retorno que a ella hacemos. Nuestra experiencia es hoy. El viaje es un presente perpetuo que se nos esfuma a cada instante. Pienso que no podemos desaprovecharlo, tanto por su fugacidad, como por la inmensa sabiduría que puede aportarnos, esta sabiduría es eterna, no muere ni se deteriora jamás, al igual que nuestra escencia, aquel extracto inefable que somos de ida y venida, de cuerpo en cuerpo.

Tenemos la maravillosa capacidad de descubrir y sorprendernos y el formidable don de la creatividad. Si observamos desde allí nuestra condición de seres humanos y nos adentramos en los ciclos y ritmos sincrónicos de vida del Reino Animal, al cual, por cierto pertenecemos, podríamos aprender a hacer de nuestra estadía aquí y ahora, una experiencia mucho más placentera y crecedora para todos, transformando favorablemente
nuestro funcionamiento orgánico y, en condecuencia, el funcionamiento sistémico de nuestras sociedades porque, si observamos bien, los animales que viven en libertad y en su habitat natural, están a resguardo de todos los males que aquejan al animal humano..., entre ellos no hay pobres ni ricos, nunca les falta el alimento, la recreación, la actividad y el descanso, entre otras cosas...

¿Qué será aquello que nos hace falta para armonizar lo que creemos ser y lo que somos?
¿Entre lo que llamamos vivir bien y lo mal que estamos viviendo?

Cada uno de nosotros tendrá su opinión al respecto y, es probable que muy diversas entre si, incluso opuestas, pero lo cierto es que el hombre es el único animal de la Tierra que extermina a su propia especie, el único que sufre de estres, cancer, sida y otros males del cuerpo y del espíritu, es el único animal que se vuelve loco, por referirnos de algún modo a las fracturas del alma y, contra toda ética e instinto per natura, es el único que se suicida, atentando física y emocionalmente contra sí mismo.

Pienso que habría que detenerse ante estos aspectos y, antes de proseguir por el camino que ya hemos sobreandado, dedicarnos a amar y apreciar a nuestros hermanos de las otras especies y, con respeto y humildad, comenzar a aprender de ellos

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