martes, 20 de mayo de 2008

Goteras en el Sótano


Imagen de Beatriz Moreno - Galería: Exterior-Interior www.m-mas-m.com


Ha llovido hoy en Santiago. El viejo y sabio hacer de la Naturaleza se inició ayer con un temporal de viento, breve e intenso. Cayeron capítulos muertos, trozos caducos de historias varias, el viento desprendió hojas, adherencias tóxicas y residuales resecas y luego barrió con vigor los desechos acumulados en la ciudad y, por supuesto, en sus habitantes. Algunas ramas cayeron, hubo episodios lamentables como la muerte de un joven de veinte años que recibió en su cuerpo el peso de un árbol que cayó. Ambos quedaron muertos en tierra. La muerte arrastra siempre otras muertes, para que nazca la vida. Y así, el dolor de la muerte y de la vida, que implica toda limpieza y toda regeneración, asoló la Cuenca Santiaguina. Eso ocurre todos los días, sólo que esta vez, las fuerzas del planeta evidenciaron su accionar en el proceso cíclico de la existencia, que de tan olvidado, ha resecado los ríos subterráneos de la población, configurándose ésta, en una masa inerte de seres áridos que agonizan sin saberlo.

Luego vino la lluvia. Gotas menudas, diminutas, agrupadas en inmensa cantidad; lluvia tupida y fina, como un ejército de minúsculas partículas de alimento puro, fraccionado en mínimas unidades para no masacrar la sequedad crónica de la zona, la costrosa arcilla de las grietas internas que obstruyen los ríos, la pétrea construcción de pedestres arquetipos en el diario acontecer funcional de la capital de Los Ingleses de Latinoamérica, por donde deambulan y se afanan en pos del progreso los ciudadanos mal vestidos de posmodernos, puesto que son mestizos a medio hacer, esto es, a medio comprender, a medio asumir y, por lo tanto tullidos...y, puesto que la Posmodernidad, equivale a Globalización, es decir, al entrecruce fructífero entre paradigmas socio-culturales heteróclitos, pienso que para que ésto sea efectivo, habría que partir por casa, adentrándonos en las propias raíces, reconociendo, integrando y aprendiendo de las propias etnias, investigando el orígen de las tribus urbanas existentes, explorando las zonas ocultas, los territorios relegados al abandono sistémico, como las clínicas para enfermos términales, campamentos gitanos, hogares para personas marginales y hospitales psiquiátricos o los lugares de encuentro ritual, abiertos a la comunidad, de nuestra mitad genético-histórica-identitaria indígena, como el Cerro Blanco, por ejemplo...

Pero la lluvia hace crecer la vida, abre los caminos cerrados, inunda los pozos secos y refresca la memoria cuando las grietas mojadas emanan sus efluvios; también lava las heridas, disuelve lo corrompido transformándolo en materia orgánica vivificada, limpia y fertilizante para la creación de la vida en la Tierra, en consecuencia, en la Historia, en los imaginarios, en el terruño interior de cada hijo que sostiene y alimenta, de una u otra forma, en medio del desastre y el desequilibrio que ha provocado la evolución sistémica, en lo que se refiere a sostén, alimentación ... y otras cosas.., entre esas otras, el entendimiento de lo que significa vivir en sociedad, en una urbe, en un pedazo de país mal explorado, mal aprendido y mal conocido, en consecuencia, pobre, pudiendo ser rico, en toda la amplitud de estos términos y, para colmo, mal repartido, mal administrado y mal habido, puesto que su origen fue brutal ( Véase la Historia..., Específicamente: No lea los libros de Historia. Salga a las calles, hable con los desposeídos, visite las escuelas en las poblaciones, el Paseo Ahumada en la noche, los hospitales públicos... y dele un vistazo a los devenires cotidianos del resto, observe su ignorancia respecto a la ciudad en que viven y observe la suya ). Después, si quiere, si le interesa, lea la Historia, pero a través de La Poesía de las distintas épocas, La Novela Chilena y Latinoamericana, La Pintura, La Fotografía y La Escultura de nuestros artistas denunciantes, des-vestidos, des-amortajados y des-perdigados generosamente, como esa lluvia de estos días... Aunque, para ser sincera, si bien, agradezco la bondad y la asertividad de la Madre Naturaleza y no la cuestiono, mis límites humanos hubiesen festejado una arremetida más violenta... No obstante, la Vieja Sabia, conoce las leyes naturales, los tiempos y el adecuado momento para ciertos excesos. Lo oportuno es aprender de ella.

Hoy ha llovido sobre las cicatrices, las sequedades y las grietas purulentas y yo he salido al temporal ha dar gracias desde mi estuario.